jueves, 15 de junio de 2017

la posicion intermedia


Este relato cuenta lo sucedido en la posición intermedia y los sucesos de los días siguientes.
La posición intermedia fue un punto defensivo ocupado por apenas 20 divisionarios, situado cerca una barranca cubierta por abundante vegetación. Lo que desconocían los defensores era que los regimientos 1002 y 1004 rusos se estaban concentrando frente a esa posición con intención de atacarlo a la madrugada del día siguiente y que una fuerza de por lo menos dos batallones tenía la misión de infiltrarse precisamente por esa zona.

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Los días 10 y 11 de diciembre los rusos bombardearon Udarnik, causando un muerto y nueve heridos pero apartir de entonces reinó una extraña calma en el frente del batallón que se rompería el día 24, cuando la línea del regimiento entró en erupción. Tras un bombardeo de las posiciones del batallón, los rusos intentaron de madrugada infiltrarse y dar golpes de mano que fueron duramente rechazados y les costaron 60 muertos y ocho prisioneros. A las 4:15 de la tarde le tocó al tercer batallón del 263 rechazar a los rusos, los cuales lograron cruzar el río al norte y sur de Gorka, siendo desalojados de las posiciones ocupadas por un contraataque llevado a cabo por fuerzas del tercer batallón que les causó 60 muertos y 24 prisioneros. En una operación de limpieza efectuada en los bosques a la retaguardia por la sección de asalto del regimiento, se capturarían 20 prisioneros más. 
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Durante todo el día siguiente, Navidad de 1941, la artillería rusa bombardeo intensamente el sector del regimiento, enseñándose sobre todo con Udarnik. Durante la noche se sucedieron los golpes de mano e intentos de infiltración por parte de unas tres compañías rusas. Ese día murieron dos españoles y cuatro resultarían heridos mientras que los soviéticos tuvieron 30 muertos, capturandose 35 prisioneros de un grupo ruso que había logrado infiltrarse por entre los puestos avanzados. La artillería rusa seguía bombardeando el sector del batallón durante todo el día y parte de la noche del día 26. A la vista de los hechos posteriores, probablemente con intención de dificultar posibles trabajos de mejora de las fortificaciones y para impedir el descanso de los españoles. 
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Durante una inspección de línea, Esparza decidió establecer un punto defensivo entre Udarnik y Lobkovo, conocido como posición intermedia, situado cerca una barranca cubierta por abundante vegetación por donde los rusos habían infiltrado el día anterior. Hasta ese momento lo único que había entre ambas poblaciones era un par de pequeños puestos observación mandados por sargentos. Lo que Esparza desconocía cuando tomó esa decisión providencial era que los regimientos 1002 y 1004 se estaban concentrando frente al batallón de Román con intención de atacarlo a la madrugada del día siguiente y que una fuerza de por lo menos dos batallones tenía la misión de infiltrarse precisamente por la zona donde Esparza precavidamente había situado la intermedia, con intención de situarse a espaldas de Udarnik y atacarla por sorpresa en conjunción con el resto de la fuerza rusa situada al otro lado del Voljov. 
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Pasada la una de la madrugada la guarnición de la posición intermedia, apenas unos 20 hombres al mando del alférez Rubio Moscoso, incluidos unos pocos zapadores alemanes que tuvieron la desgracia de pernoctar allí, fueron atacados de manera abrumadora por la fuerza rusa que tenía la emisión de infiltrarse por la barranca cercana a dicha posición. La presencia de la posición española debió de ser una sorpresa total para los oficiales rusos que, dispuestos a llevar a cabo su misión a cualquier precio, reaccionaron mandando sus hombres en grupos compactos contra la posición de Rubio Moscoso. Tanto Román como la guarnición de Lobkovo, al mando del capitán Temprano, recibieron aviso del ataque. Esparza, avisado por Temprano, ordenó a Román reforzar los puestos y enviar una sección en dirección a la intermedia para averiguar con exactitud lo que ocurría, sección que no puede contactar con dicha posición ya que resultó prácticamente aniquilada al caer en una emboscada rusa. Esparza ordenó asimismo a la 1ª y a la 11ª daba compañías del 269 y a la sección de asalto de Pettenghi que se dirigieran a Udarnik. Al resto del primer batallón del 269 se le ordenó que se dirigiera al Lobkovo. 
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Mientras tanto los escasos defensores de intermedia, prácticamente sumergidos por una marea de rusos, resistían ferozmente con el valor que da la desesperación. Finalmente Román recibió un último y agónico mensaje telefónico de dicha posición informando que Rubio Moscoso había muerto y que todos los supervivientes estaban heridos pero que a pesar de todo no se rendirían. Por desgracia nunca sabremos con seguridad quién era el hombre que estaba al aparato pero sí sabemos que Román, el cual con casi total seguridad sí que lo sabía, propuso para la medalla militar individual por su actuación durante ese día al cabo de la 7ª compañía del 269 Luis Laborda Martín, muerto en dicha posición. Las razones de Román para dicha propuesta nunca las conoceremos con absoluta precisión pero es lógico suponer que dicho cabo fuera ese héroe desconocido, que Román lo supiera por haberse mantenido comunicación telefónica con el y que por eso Román, siempre tan respetuoso con el coraje de sus hombres, lo propusiera para tan alta condecoración. Sin embargo, a pesar del desesperado heroísmo de los defensores, éstos serían aniquilados hasta el último hombre y la posición tomada por el enemigo. Acto seguido los rusos giraron hacia el norte y apartir de las 3 comenzaron a atacar las posiciones cercanas a Udarnik y la población misma, que quedó completamente rodeada. 
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El ataque ruso sobre Udarnik aparentemente fue lento y poco coordinado. Al principio los inexpertos reclutas rusos eran remisos a entrar en la población pero lentamente y gracias a su superioridad numérica, los españoles y unos pocos alemanes que también formaban parte de la guarnición, enormemente sobrepasados en número, fueron expulsados de la mayoría de casas del pueblo. La confusión, multiplicada por las obscuridad de la noche, era total. Los gritos continuos de los combatientes, las sombras amenazadoras moviéndose en la oscuridad, los disparos y explosiones continuas y el intenso y atroz frío del invierno ruso conformaban un ambiente de pesadilla que sería recordado por los supervivientes mientras vivieran. En un momento dado sólo quedó la ermita como posición central, adonde Román había ordenado a los supervivientes que se retirarán y adonde se trasladó el puesto de mando, así como casas aisladas desde donde puñados de españoles resistían por su cuenta como buenamente podían. Sobre las 6:30 de la mañana Román informó Esparza que la situación era cada vez más seria y que iba a contraatacar con los hombres que le quedaban. Román reunió a siete u ocho soldados y apoyado por una pieza de 37 milímetros de la sección antitanque, la cual durante toda la noche daría sin desmayo un apoyo valiosísimo, se lanzó sobre los rusos, cargando él el primero en cabeza y sin esperar a nadie. La mitad de los soldados que acompañaban a Román cayeron durante la carga pero los rusos fueron echados a bombazo limpio de las cercanías de la ermita. Sin embargo la situación continuó agravándose. Finalmente, sitiado en la ermita, con la línea telefónica cortada, Román envió un enlace con un mensaje a la posición del teniente San Juan ordenandole que hiciera saber al regimiento que la situación era desesperada. Entre las 8:30 y las nueve de la mañana fueron llegando a Udarnik los hombres de la 1ª compañía del 269, al mando del capitán Fernández Vallespin y los de la 11ª y la sección de asalto de Pettenghi, lográndose romper el cerco y rechazar a los rusos fuera la población así como recuperar las posiciones españolas que habían sido ocupadas por los rusos. A partir de las 9:30 avanzaron hacia la posición intermedia Fernández Vallespín desde Udarnik y parte del primer batallón, al mando del comandante García Rebull, desde Lobkovo. 
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Lo que los endurecidos divisionarios vieron allí les enfureció y lleno de rabia. Los defensores yacían sin vida, esparcidos por la posición, terriblemente mutilados por los rusos, algunos de ellos clavados al terreno con picos. La noticia corrió como la pólvora. Sin embargo la batalla en había acabado. A las dos de la tarde un batallón ruso cruzó el Voljov y atacó la posición de la ermita, también llamada capilla vieja que estaba defendida por los pelotones al mando del alférez Escobedo. La resistencia ofrecida por los españoles fue realmente tenaz pero la posición fue tomada de sobrepasada después de que todos los defensores fueran muertos o heridos, Escobedo entre estos últimos. Sin embargo una hora después, un feroz e impetuoso contraataque llevado a cabo por los compañías del primer batallón al mando directo de García Rebull recuperó la posición en apenas diez minutos. El sentimiento entre los españoles era de rabia y odio por lo que los rusos habían hecho a sus camaradas de la posición intermedia así que no hubo piedad para con el enemigo. Los rusos que no cayeron en la posición, fueron aniquilados por el fuego de artillería y las ametralladoras españolas cuando intentaban cruzar el Voljov. Ese día entre el más un millar de bajas sufridas por los rusos, hubo 700 muertos pero ningún prisionero. 
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Dos horas después, a las siete de la tarde, ya de noche y tras haber recibido un suministro abundante y de calidad, el segundo batallón fue relevado por fuerzas del 422 regimiento de infantería alemán, trasladándose a Luibzy donde pernoctó y descanso durante todo el día siguiente. Por su parte de primer batallón del regimiento se estableció en Witka y Tschechulino y la 15ª compañía y la plana mayor en esta última población. Sólo el 3º batallón del regimiento quedó en línea afectado al regimiento 262. A las 10 de la noche del día 29 la plana mayor del batallón se trasladó a Tschechulino, llegando el resto del batallón a las once y media de la mañana del día siguiente tras una marcha de cuatro horas y media. Ese mismo día la 13ª compañía del regimiento fue transferida al sector del lago Ilme, siendo seguida por la 14ª al día siguiente la estancia en Tschechulino fue placentera para los supervivientes del segundo batallón. Por una vez se disponían de raciones abundantes y se estaba relativamente a salvo del fuego de la artillería enemiga lo cual contrastaba vivamente con la experiencia vivida casi desde la misma llegada al frente. Sólo la vista ocasional de la Parrala turbaba la tranquilidad. 
El día 7 de enero, al tener que volver Esparza a España por razones de salud, el comandante Román se tuvo que hacer cargo del regimiento de manera accidental por cuatro días hasta que el coronel Rodrigo tomó el mando, siendo sustituido al frente del batallón por el capitán Temprano, de la 5ª compañía. 
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El día trece los rusos lanzaron una potente ofensiva justo al norte de la división con el objetivo de romper el cerco de Leningrado y hacer retroceder a los alemanes lejos de dicha ciudad. El 2º ejército hecho que ruso se lanzó contra él punto de unión de la 126ª y 215ª divisiones de infantería alemánas, rompiendo frente y penetrando profundamente en la retaguardia alemana. La 215ª división logró aguantar cómo pudo y formar un frente al norte de la penetración rusa pero la 126ª quedó reducida a puntos aislados que interesaban desesperadamente aguantar cómo podía. La situación era crítica y se pidió a Muñoz Grandes toda la ayuda que se pudiera dar. El 2º batallón fue enviado de nuevo la lucha. 
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El mismo día en que se desencadenó la ofensiva rusa el batallón recibió orden a las ocho de la tarde de marchar a Podberesje, a donde llegó dos horas después. Esa noche se repartió una botella de coñac para cada dos soldados. Para los guripas era indicio más que seguro de que las cosas pintaba mal. Al día siguiente, 14 de enero de 1942, el batallón salió las 6 de la mañana en dirección a Teremez. Dicha población, situada a unos cinco kilómetros al este, a orillas del Voljov, estaba en la base del flanco izquierdo del saliente formado por el avance ruso. Si se conseguía tomarla y proseguir el avance hacia el norte, se podría llegar a cortar el saliente, cercando así a la totalidad del 2º ejército de choque ruso o por lo menos ralentizar su avance. Los rusos lo sabían y precisamente por ello habían fortificado la población lo mejor que habían podido. A las 7:30 de la mañana el batallón llegó la posición de partida, el lindero de un bosque situado a unos 200 metros de objetivo. De allí a Teremez el terreno estaba completamente despejado sin ningún tipo de abrigo que protegiera al avance. Román decidió atacar con la 5ª y 6ª compañías mientras el resto del batallón, es decir la 7ª y 8ª compañías y la plana mayor, intentaban desde el bosque cubrir con su fuego el avance de sus camaradas. Cuando el batallón ya estaba en las posiciones de partida y listo para atacar, una descarga de artillería propia cayó sobre los españoles causando confusión y poniendo sobre aviso a los rusos. A pesar de todo se decidió continuar con el ataque. 
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El avance de la 5ª y 6ª compañías a través de la profunda nieve que cubría el terreno fue lento y penoso, en medio de un silencio inquietante. Los rusos no disparaban. Sencillamente esperaron a que los españoles llegaran a unos 100 metros de sus posiciones, lejos ya del bosque protector de donde habían partido, para abrir un fuego devastador que barrio por completo a los asaltantes, aniquilandolos casi hasta el último hombre. Los españoles situados en el lindero del bosque, a pesar de sus intentos de dar apoyo sus camaradas, no pudieron hacer otra cosa que ver con horror como éstos caían uno tras otro segados por el fuego enemigo. Cuando ya no quedaba más asaltantes en pie, la furia del fuego ruso se dirigió a lindero del bosque barriendo lo que quedaba del batallón. Para empeorar las cosas otra barrera de artillería propia cayó entre los españoles. Era el fin del ataque. Al día siguiente a las siete de la mañana los españoles participaron en un ataque mejor preparado en unión de tropas alemanas y contando con el apoyo de carros de asalto que también fue rechazado por los defensores rusos, que habían sido reforzados durante la noche. A las tres de la tarde el batallón fue relevado, marchando a Podberesje. Durante esos dos días de combate, calificados como carnicería por el propio diario de operaciones del batallón, se sufrieron 140 bajas. El batallón era día una sombra de sí mismo. Tras ser visitado por Muñoz Grandes el 16, los supervivientes se trasladaron a las nueve de la noche del día siguiente aTschechulino, adonde llegaron una hora y media después, con el objeto de descansar y absorber reemplazos. Ante la falta de estos fue preciso destinar una compañía del grupo de transportes de la división que fue distribuida por secciones entre las compañías del batallón. La calma sólo fue perturbada por ligeros bombardeos aéreos el 23 y 27 de enero y nueve de febrero. 
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A las once de la noche del 10 de febrero se ordenó al batallón moverse a Dolgowo a donde llegó transportado en camiones a la una de la madrugada.. Tras un breve descanso el batallón salió las ocho de la mañana hacia Ossija a donde llegó dos horas después. Se había ordenado batallón abrirse paso como fuera para auxiliar y evacuar la guarnición alemana de Mal Samoschje. 
El batallón salió las seis de la mañana del 12 de febrero en dirección a dicha población con la 9ª compañía del 263º como agregada. La marcha era lenta y fatigosa por el gran grosor de la nieve. El que no caminaba por las huellas dejadas por los demás, acababa hundido en ella. A la cabeza iba una escuadra de cinco hombres equipada con raquetas encargada de abrir camino. Debido el peligro de las minas y de las emboscadas rusas, los soldados le llamaban la "escuadra de la muerte". El itinerario seguido se apartaba de la carretera adentrandose los bosques situados al oeste de Mal Samoschje con lo que en ciertos momentos Román tuvo que orientarse gracias al sonido de las explosiones provenientes de dicha población. A las once de la mañana hubo un primer contacto con una patrulla rusa a la que se le causó varios muertos a cambio un herido. Una hora y media después hubo nuevo contacto. Esta vez el combate fue más intenso pero nuevamente los rusos se retiraron. A las seis de la tarde hubo un nuevo enfrentamiento con otro grupo rusos al que se le causaron seis muertos. Una hora después se entabló contacto con otras patrulla soviética que resultó totalmente aniquilada. Finalmente, tras 18 horas de marcha dificultosa por la nieve y de diversos combates en medio de un frío espantoso, guiados por el sonido de los disparos y las explosiones, el batallón entro a media noche Mal Samoshje.
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Los alemanes, que acogieron a los españoles con el entusiasmo y la alegría de los que habían perdido toda esperanza, rápidamente recogieron sus heridos y equipo, iniciando a la una de la madrugada la retirada hacia Bol Samoschje aprovechando una pausa en los combates. La marcha esta vez fue algo más fácil para los españoles debido a que los alemanes, que iban más descansados, abrían camino ya que se aprovecharon en algunos lugares las huellas dejadas a la vida y en otros se tomó un camino más directo. A las cinco de la mañana hubo un primer contacto con una patrulla rusa que se retiró rápidamente. Un hora después el batallón se encontró el camino cortado por un grupo de unos 100 rusos. Tras una hora de combate se logró despejar el camino, entrando en Bol Samoschje a las tres de la tarde. 
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Tras una breve pausa el batallón marchó a la cercana Ossija para descansar y permanecer en reserva. Sin embargo los repetidos ataques rusos sobre Bol Samoschje obligaron al batallón a entrar en acción nuevamente al día siguiente, 14 de febrero. A las tres de la tarde, la pérdida de una posición avanzada alemana obligó al envío de la 6ª compañía y una sección de la 8ª como refuerzo para parar el avance enemigo. Al anochecer fue rechazado un nuevo ataque ruso y a las ocho de la noche un último intento soviético fue rechazado a corta distancia con granadas de mano. El día siguiente no fue tranquilo para el batallón. Desde las cinco de la mañana los ataques rusos se sucedieron con creciente intensidad al anochecer una patrulla española atacó una avanzadilla rusa, que tomó, capturandose varios prisioneros y comprobando que había más de 300 cadáveres rusos en los alrededores. Ese día, 15 de enero de 1942, Muñoz Grandes comunicaría al batallón que se la había concedido la medalla militar colectiva. Los dos días siguientes fueron tranquilos pero el 18 se desencadenó un nuevo ataque ruso que duró todo el día. Fue el último intento ruso de desalojar a los defensores de Bol Samoschje.

Batallón Román --- Fernando J. Carrera Buil y Augusto Ferrer-Dalmau Nieto. 
Nota: Texto sacado del magnífico libro Batallón Román de Fernando J. Carrera Buil y Augusto Ferrer-Dalmau Nieto